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En ViLo

30 dic 2009

Moralidad de la pipa y el tabaco (1)



Por estos días, la mayoría de los fumadores de pipa respondemos al cálido y lustroso llamado de las cazoletas nuevas que han llegado, por una u otra vía, a nuestras manos. Miramos acabados y vetas deslumbrantes y exóticas, aspiramos el olor puro y casi cítrico del brezo sin fumar. Virgen. Y nos pillamos en algunas ensoñaciones de tabacos que, con paciencia heroica, nos hemos resistido a probar hasta las fiestas. Acariciamos, miramos, olemos, probamos con placer, compitiendo en la expectación alegre y nerviosa con los niños.

Pero también me gusta pensar, un poco para distraerme, en las pipas que yo he regalado. Nuevas o usadas, muchas de ellas han tomado su rumbo lejos de mí. Me deleito al considerar que, a su vez, los fumadores a quienes les he obsequiado alguna pipa han contribuido a la felicidad general de las almas, regalándolas a otros y, así, tal vez en algún lugar lejano me sea dado ver a un desconocido haciendo humear una cazoleta que alguna vez yo tuve. Me pregunto qué le diría. Todavía más: si me encontrara alguna de mis pipas en una tienda de artículos usados, indudablemente la compraría para volverla a regalar. Todas las pipas, a pesar de quién las ha comprado, adquirido o inventado, pertenecen al mundo; de ahí que no sea extraño que a menudo se pierdan, realizando de este modo lo que es más propio a su naturaleza inestable y errante (y, si lo consideramos más atentamente, tal vez esa sea otra razón por la que las pipas fuman mejor cuando caminamos con ellas).

En fin, mientras escribo esto, saludo las novedades y me detengo un momento para mirar las pipas que conservo. Parece que me devuelven el gesto. Y tanto ellas como yo pensamos en las figuras pasajeras y azarosas del tabaco encendido: aromáticas y azuladas crines de los briosos corceles de Heráclito y Platón.

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19 dic 2009

El filósofo


Conozco a un filósofo. Mejor: conozco a un profesional de la filosofía. No... es mucho más justo afirmar: conozco a un Doctor en Filosofía. Es un tipo exigente de la peor clase, es decir, de los exigentes que nunca tienen dinero. Pretende conocerlo todo y se otorga las más amplias licencias para hablar de cualquier cosa, incluso de música. Argumenta a la menor provocación y, si no le pones un trapo empapado de licor en la boca, difícilmente dejará su cháchara. Si hoy te encuentras con él, peor para ti. No le hables, no le mires siquiera. Y si de plano no puedes evitarlo, entonces finge que tienes algo valioso en la cabeza: tal vez algo inteligente que decir.

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4 dic 2009

El Obispo


Jadeante, el Obispo se levantó. Pensó en lavarse pero el griterío ocupó su atención, y se distrajo con los llantos de los hombres y la confusión de los galopes y los crujidos funestos del metal.
"Son los bárbaros", pensó, y permaneció de pie mientras su respiración se hacía más pausada, "ya han cruzado las puertas de la ciudad".

Entonces el Obispo recordó al niño (miró su pelo, pero no quiso verle a los ojos): "Ya puedes marcharte, que El Señor te bendiga". Quemó incienso y, desde lo profundo, meditó sobre Job. Después tomó el tintero. Escribió toda la tarde.

2 dic 2009

1:39 am


Desde que puede
consultarse el reloj,
casi todos
los poetas consagrados
titulan algunos versos
con la hora exacta.

He aquí mi contribución
a ésta, para muchos,
extraña costumbre.

No son más de cinco
las molleras que saben
qué significa
escribir un poema
llamado "1:39 am"
justo a la 1:39 am.





FIlosofía e historia de las ideas o sobre la pedagogía desaforada

Ahora me tomo un ratín para copiar de un manuscrito que tengo, la parte de un pequeño diálogo entre Guillaume de Basketball y Adstone. El primero un viejo apolillado tradicionalista, y Adstone, un nuevo, novísimo en la pedagogía.

G. de Basketball-Decidme, Adstone, si alguien posee un título en arquitectura, ¿qué debemos al menos esperar?

ADSTONE-Que tenga alguna noticia del arte de proyectar modelos en el espacio, por supuesto.

-Muy bien, Adsone, decidme ahora, si alguien posee una licenciatura en astronomía, ¿qué podríamos sensatamente pedirle?

-Es obvio que conocimiento en torno a los cuerpos celestes, entre otras cosas.

-Perfecto. Ahora responded, si os place: de un licenciado en filosofía e historia de las ideas, ¿qué esperaremos?

-Esperaremos lo que cada aprendiz desee, por supuesto.

-Ah, interesante. ¿Podéis explicaros?

-Nada más fácil. He tomado materias de aquí y de allá, a placer, según lo que mis hermanos de la orden han deseado impartir.

-¿Qué hay, por ejemplo, de los métodos de la investigación histórica, de la historia del pensamiento filosófico o de las disciplinas que tienen que ver con Clío?

-¿Con quién? No recuerdo a nadie con ese nombre, dudo que sea parte de la orden. Y si está allí, seguro que sus clases no son recomendables.

-Ah. Pero, ¿vuestro oficio es de Filosofía e historia de las ideas?

-Eso mismo os digo.

-Bien, y si os toca concursar para un puesto en una abadía frente a un historiador, ¿pens...?

-No me importa. Mis hermanos de la orden siempre estarán allí, cumpliendo los designios. No tengo que saber nada más.

-¡Sois genial, Adstone!, ¿quién lo hubiera imaginado en un país tan lejano como el vuestro?, contáis con recursos dignos de aplauso, clap, clap. Ahora, os ruego que me ilustréis en algún pensador...el que os guste más...

-Ah, pues estaba el joven filósofo que se atrevió a desafiar las fuerzas malignas de la tradición. Una mente que, haciendo uso siempre de la fuerza positiva del rigor de su intelecto, pudo vencer los peligros de la metafísica más oscura y de su lado más enfadoso...

-...No doy con él, ¿desafió, enfrentó y venció, decís?...mmh, no. Definitivamente vuestras reflexiones son profundas. ¿A quién os referís?

-Me extraña, viejo doctor, que no conozcáis ni por nombre a ...

-...a...

-¡...a John Locke Skywalker!

-Ah, ¡Largo de aquí con vuestra chabacanería!, ¡Ea!, ¡Arre, Platero, venid pronto a darle una lección de filosofía a este pícaro!

-No os enfadéis, mirad: también estaba aquél...

-¿Cuál?

-...De quien los cabellos huyeron de vergüenza al ver que su mollera se llenaba de tantos absurdos.

- Me intriga pero tampoco doy con él. Seguid, os lo ruego...

-El que gustaba sobar su lomo contra el de la juventud, y si era frente al ofertorio, mejor.

-Ah, ya sé. Os referís a Pedro Abelardo y su inmunda pedagogía con una adolescente. Abelardo (que Dios lo tenga a fuego lento). Me persigno cada vez que le oigo nombrar.

-No, me refiero a otro, un poco más cercano al guapo Alcibíades.

-Me intrigan tus referencia, ¡anda, desembucha y dime su nombre!
-Pues nada menos que a Michel Fuckold.

- ¿F...?, ¡Asno!

-¡Propiedad de Buridán!

-¡No hay un tal Fuckold en la historia de la filosofía occidental! ¡Y dejaos ya de ese movimiento lascivo!

-Bien levanto las manos y abro las palmas.

-¡Me refiero a lo que hacéis con vuestra cadera, pollino! ¿Eso fue lo que os enseñaron en vuestra abadía?

-Callad, dinosaurio antipático, ¿os atrevéis a ir contra mi derecho a interpretar la historia de la filosofía como a mí me plazca?

-No, pero...

-¿Con qué derecho reclamáis mi derecho a no estudiar historia, mi derecho a no saber nada de ella, y con qué derecho negáis mi derecho a interpretarla?

-Decidme, Adstone, por vida vuestra: al negar la importancia de la historia y el contexto, ¿no estáis siguiendo una interpretación de la filosofía que, a su vez, hunde sus raíces en una tradición filosófica?, ¿no os gustaría conocer cuáles son l...?

-Hago uso de mi derecho a no contestaros esa pregunta, pues viene envenenada con una premisa funesta que no aceptaré.

-A saber...

-¡Con un prejuicio occidental, neoliberal, logocentrista, falocentrista!

-¿Falo-qué?

-¡Falocentrista!

-Os adornáis demasiado, sentaos un momento y explicadme, si os place.

-No discutiré más con vos, mis hermanos de la orden me enseñaron a aprender lo que a mí me da la gana, cuando me da la gana, con los profesores que me son simpáticos e inteligentes, y hasta donde me da la gana.

-Bien. Os dejaré siempre y cuando me digáis qué filosofía defendéis.

-Mi filosofía es totalmente opuesta a la falocentrista, faltaba más.

-¿Y cómo la llamáis?

-La llamo...

-Os escucho...

EL MANUSCRITO SE INTERRUMPE AQUÍ

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