Escucha

En ViLo

23 jun 2008

De Los Salmos del exilio

En la Casa de dios

abrirás muy grande los ojos

hasta respirar por ellos.

En la Casa de dios

el filo de tus labios expandidos

va a llenarse de veneno.

En la Casa de dios

se pasearán junto a ti

mientras duermes,

y los iniciados se esforzarán

para verte como sólo un cuerpo

(gran lección de anatomía)

Beberán café mientras

te profanan,

a todas horas,

cada que lo crean necesario.

Es para salvarte,

al fin

es

para

salvarte

(¿quién lo duda?)

Te atarán a un pilar gris

para que el frío ablande

tu carácter.

Hurgarán en ti una y otra vez

tras pantallas.

Prepararán mezclas,

cálices, potajes.

En el hogar de dios

se camina en silencio

para no molestar

a quien hace su trabajo

entre el griterío y el polvo

del campo de batalla.

Otros vienen con la esperanza

en hipodérmicas.

Todo para que tengas el valor

de arrojar tu historia

a los pies de cualquier

estúpido

que pase disfrazado

de buen pastor

(También para salvarte)

En la Casa de dios

estallarán tus oídos

al escuchar que te nombran.

No es necesario que él te mire

pues te conoce

siempre.

Te rodeará con su aliento

omnipotente

Y sentirás que su mano

entra

como la luz

por debajo de tu puerta.

En la casa de dios,

(justo en la antesala)

hay un espejo

donde puedes mirar

tu pelo blanco

que se rinde

y se vuelve ceniza.

Allí puedes ver

que tu perfil

se desmorona

irremediablemente,

como un imperio antiguo

bajo la espada de los cristianos.
 

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