Aula Magna
El filósofo tomó la palabra y, con la ronca voz que se educa en años de fumar en aulas infértiles, se dirigió al auditorio:
--"...y bien, estimados colegas y alumnos míos, agradezco profundamente este homenaje. Después de dedicar mi vida a esta facultad, lo menos que me nace decirles es que pueden irse todos al carajo..."