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En ViLo

15 jul 2008

No todos los reencuentros son así de hermosos

Debo confesar que fui, no del todo convencido, sólo por una invitación que nadie hubiera podido rechazar (y con la promesa de que no habría más camiones repletos de adolescentes ni otro baterista desmayado). El departamento está en la Roma, en un edificio remodelado con pésimo gusto...imagino que en los años cincuenta esto lucía impresionante. Subimos las escaleras con poca luz y, hacia el fondo del pasillo se escuchaba el murmullo propio de la gente interesante cuando les da por beber algo de vino. La puerta se abrió y el ruido de las distintas conversaciones me desalentó un poco, parecía que cada uno tenía algo fundamental que comentar y que todos debían oirlo. Vinieron las primeras descargas: "¡Eah, anímate!, mira: aquí está Sergio" (Sergio saluda y me mira casi extrañado: "¿qué milagro, viejo?"); "¿Conoces a Rodrigo?, ¡Holaaaaaa!" (Saludos y Rodrigo ni me voltea a ver). Después, no sé quién puso una cerveza en mi mano y, por supuesto, en esa situación todo empieza a cambiar, mi ánimo mejoró y me uní al grupito que ahora hablaba sobre lo olvidado que tenemos a Juan Rulfo (en ese momento agradecí al cielo la idea que tuve de tomarme un par de mezcales antes de salir de casa). Alcancé a ver a La Última Musa que, sonriente, entretenía a varios con su charla sobre las religiones indias (escribiré en otra ocasión en torno a ella). De repente sentí algo, no sé, alguien me llamaba. Me volví y, para mi sorpresa, era Darío. Ella me tomó del brazo y dijo: "Mira: te presento a..." Él interrumpió: "Le conozco perfectamente", me extendió la mano, como para obsequiarme algo y se fue, quiero decir que se fue de la fiesta.

-Todavía me odia-, dije por descuido en voz alta.
-¿Qué onda?, ¿qué pasó entre ustedes?- Hice un silencio que significó: "Luego te digo".

Una reunión de escritores es lo más pintoresco que puede haber en esta ciudad: aunque desde hace mucho no iba a una, casi nada ha cambiado desde hace al menos cinco años: uno puede distinguir los distintos niveles en los que transcurre el convite (más o menos con el mismo patrón): se habla de las publicaciones, becas y premios de los demás, así como lo último en la novela y la poesía; después, de lo que uno está trabajando (hasta aquí se puede ir música para clase media ilustrada, mientras más exótica, mejor). En estos tiempos se trata de engrosar un currículum, antes que del arte; después se habla de las publicaciones, becas y premios de los demás, pero ahora con un tono crítico que con dificultad oculta las muestras de envidia; en seguida se llega a la conclusión de que el gobierno debería otorgar financiamiento para que los escritores mexicanos vivan dignamente...en París (la música aquí, generalmente es rock o algo por el estilo. Las chicas más aventajadas empiezan a mover las piernas siguiendo el ritmo. Miré otra vez a La Última Musa). Es aquí, en este momento (atención jóvenes que inician su carrera literaria) cuando hay que acercarse a los amigos que tienen contacto con las personas que conocen a los que se relacionan con el difícil mundo de las editoriales. Y fue justo en esta etapa que le pedí salir del lugar, ya harto de tanto conocimiento que, en tan pocas horas, me hicieron tragar los intelectuales, los no-va-más de la cultura en este país.
Llovía fuerte y era imposible que mi único pantalón limpio (o al menos con ese aspecto) no se llenara de lodo. Mientras corríamos bajo el paraguas buscando el auto, vimos que una silueta caminaba hacia nosotros: era Darío, quien, completamente mojado, pasó como si no nos conociera.

11 jul 2008

Difracción

Soy el espejo

que devuelve

pesadillas.

Esta superficie

resbaladiza

en la que te miras

detiene

y amordaza.

 

Has caído hombre

 

Olvidaste construir

salidas

a tus laberintos,

a tus parques,

a tus hoteles;

a tus supermercados,

a tus cantinas

 

puntualmente vuelves a mi lado

 

entonces

tiemblas de frío

y de miedo;

soy la esfinge

que te interroga

antes de que

mueras otro día.

 

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