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En ViLo

12 ene 2008

El origen del pecado

Cuando el Primer hombre saltó por el prado estaba desnudo y radiante. Escupió el barro que todavía llenaba su boca. Acababa Dios de soplarle entre las narices y aún tenía el recuerdo del aire cálido que emanaba de aquella entidad oscura, omnipotente y paternal. Tuvo sed. Sus brazos se alargaban para alcanzar un fruto que tuviera savia dulce con tal de mojar su garganta. Luego tomó la rama de la que había cortado la fruta, la quebró y con ella empezó a rayar el suelo fangoso del Paraíso. La piel de la tierra empezó a abrirse y a mostrar, entre los pequeños surcos y hendiduras, algunas formas que el primer hombre había hecho. El creador, que todo lo observa, asombrado preguntó: "¿Qué haces?" Entonces el hombre dijo:
"Represento este mundo a mi imagen y semejanza".
Tras meditarlo un momento, Dios ordenó severo:
"No comerás más de este árbol con tal de no usar sus ramas para escribir, comerás ahora de las hierbas suaves, de los tubérculos y de las raíces que crecen debajo del sol"…
Pero la serpiente lo había visto todo.

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